Aana Ereeparü
Laguarura.net
Al cumplirse más de un mes de guarimbas se acrecientan sus
agudos escenarios, los escuadrones mata gente y los explosivos amenazantes son
la fase actual todos pensamos ¿qué vendrá después?. Ese ambiente de cosas aderezadas con
anaqueles vacíos, alza de precios y políticas cambiarias medio
golondrinozas hace que esta vez, veamos sin contemplación a una 5ta República meciéndose en el filo de
un despeñadero, repitiéndose la desdicha de aquella I República que todavía nos
falta comprender y superar: La desdicha de no ver que la derrota no es solo la
de un gobierno sino la de toda una generación de Venezolanos (incluyendo a
escuálidos).
Si bien la República aún no es nuestra, nos compete en la medida que cada vez más nos
alineamos y nos realizamos conforme a sus valores. Cuando fracasa una República
sentimos una contradictoria sensación porque aunque las grandes mayorías
actuemos indiferentes y emulamos ser ajenos a ese fracaso, sentimos muy en el
fondo una desesperanza colectiva que es el caldo de cultivo de mucha hostilidad
y violencia entre nosotros. Por eso creemos importante que en estos días
sepamos digerir el ocaso de la V República , porque ese ocaso se seguirá
reflejando en los próximos años.
La I y la V República caen por el mismo error y causan la
misma desdicha: Su error fue no confrontar a los operarios aberrados del poder
que sin ser vistos saboteaban cualquier intento de reconocer al otro “esclavo,
pobre.” En 1812 el revolucionario grupo de la Sociedad Patriótica se mata a sí
mismo porque nadie en aquél entonces llegó a darse cuenta que esa República
Democrática que soñaban era muy fértil sólo dentro de las brillantes cabezas de
Bolívar, Miranda, Ribas y el resto de los subversivos que eran unos pocos;
nunca llegó a materializarse tal República porque los ilustres revolucionarios
eran en su mayoría hijos de los amos y usurpadores de tierras que eran los
blancos criollos (militares en su mayoría), por lo cual la República naciente
le abrogó el papel de operadores ejecutivos de un proyecto de patria libre que
jamás se logró porque comprometía altamente sus más preciados privilegios, Así
se evidencia en los escritos de esa época: “la independencia hasta entonces
(1810) no había presentado todo su aspecto feroz y era semejante a una reunión
de niños que jugaban a gobierno” … de hecho: “…en el congreso (1811) no
tuvieron la principal parte ni representaron el principal papel los que nada
tienen que perder”(José Domingo Díaz; 1829).
De 1808 a 1810 lo más concreto que se suscitó fue el hecho
de que un grupo de jovencitos estudiosos se dan cuenta que el territorio y la
población está sometida a un estado crónico de miseria, violencia y zozobra la
cual había que transformar o morir… de ahí a dar por sentada la declaración de
independencia es como demasiado, este síndrome de hacer política sobrestimando
la experiencia es un lugar común en pleno siglo XXI, de hecho la educación
formal utiliza mucho este reducto en su práctica educativa.
Lo cierto es que en
1812, el exceso de optimismo de unos nobles y luchadores muchachos estimulados
por la literatura política de europa nos
llevó a soñar que la libertad popular y la tierra se podían alcanzar
pacíficamente y mediante acuerdos burocráticos como un ACTA de independencia, la
cual fue firmada por una mayoría de timoratos que la única libertad que
deseaban era para sus jugosos negocios sin importarle principio democrático
alguno, como dirían nuestros abuelos de hoy en día: “muchos son los convidados
y pocos los convencidos” es más:aquellos firmantes en el fondo “…temían que una
libertad popular sería una exposición constante para sus más caros
intereses” (Juan Uslar 1972). Si a este
panorama le agregamos la falta de justicia, el contrabando aguas arriba y aguas
abajo y el intervencionismo extranjero como de hecho existían, casi casi
podemos presumir que el contexto social de estos últimos 46 años es muy similar
al tiempo de Bolívar.
Doscientos y pico de años más tarde los valores sociales
acerca del país se sustentan en una
justicia, una libertad y una Paz que pocos venezolanos se motivan a
profundizar: ¿Cómo hacer tangible la justicia cuando aquél que tiene que ser
juzgado es quién opera y extorsiona la justicia y las leyes? , ¿Con qué
seriedad hablamos de libertad, a qué estamos dispuestos para materializarla y con
qué medios o modos de vida creemos que se logra? ¿ y respecto a la paz, de qué
paz estamos hablando?.
La percepción que tenemos hoy del poder sigue reducida al
siglo XVIII: Ayer igual que hoy se oye a la gente decir con laxitud: “Que el gobierno resuelva”, “pa´ eso está el gobierno”, “defender o
condenar al gobierno” y el gobierno que también se come el cuento de querer
resolver: entrega las riendas fundamentales de un proyecto-país a ejecutivos
operarios (un militarismo corporativo y empresarios monopólicos apátridas que
solo fortalecen al capital financiero causante de la dependencia) si el
gobierno por intentar cambiar algo, entrega las riendas a pichones operarios
terminan reproduciendo la misma conducta que los primeros, simplemente porque
lo justo y lo social le compete a los políticos no a los negocios y el
comercio: bussines is bussines.
Nuestra percepción del poder es tal, que le delegamos a este
gobierno (o al que sigue) las riendas de la revolución porque creemos una vez
más que las revoluciones las hacen los Ilustrados, los que hablan bonito, en la
V República creímos que a ellos no les hace falta coger línea de los de abajo,
como si en las entrañas del poder pudieran gestarse por sí solas las fuerzas
sociales que refundan una sociedad. Nuestra percepción y nuestro modo de hacer
política desde abajo ha sido tal, que confundimos la acción de apoyar al
gobierno con la acción de alcahuetear y dejarnos subyugar por sus tentáculos y
sus regalos.
Si la intensidad de cosas que hoy se suscitan en Venezuela
pudieran ser vistas masivamente desde la desmitificación de Bolívar, de Chávez
e incluso Maduro, una desmitificación que nos deje ver El Todo, no solo la cara
del Buen o Mal Gobernante. Si la crisis la asumiéramos para madurar, esa
maduración pasa también por la desmitificación de la patria y La República. Si
el ejercicio de un legisle popular fuera posible a partir de la comprensión de
un poder que vemos pero también de un poder que no vemos como es el militarismo
corporativo y los empresarios parásitos, no los vemos porque su invisibilidad y
su hipocresía frente al pueblo y a los gobiernos de turno los hace más
poderosos. Si ampliáramos el panorama de la política dialogando y aprendiendo
entre nosotros, podríamos decir que este ensayo de 15 años o este ensayo de 46
años nos ha dejado algo y no han sido tan malos para los de abajo. Claro está
no podemos juzgar lo mismo respecto a algunos que surgieron desde abajo y hoy
pululan en el círculo de los operarios aberrados del poder.
A seguir luchando.